Estados Unidos y Europa: la imposible neutralidad
El retorno a la normalidad Para que los tratados de paz entren en vigor y para que la Sociedad de Naciones pueda funcionar, no basta con la mera firma de un acuerdo entre los países beligerantes, sino que es preciso que dicho acuerdo sea ratificado por los parlamentos de los países respectivos. En el caso de Estados Unidos es el Senado quien debe proceder a esta ratificación, y de ahí es precisamente de donde va a partir la oposición al presidente Wilson: el Senado rechaza que el pacto de la Sociedad de Naciones forme parte integrante del Tratado de Versalles y que los Estados Unidos se establezcan en él como garantes de su buen funcionamiento. En dos votaciones sucesivas, en noviembre de 1919 y en marzo de 1920, el Senado rechaza el Tratado de Versalles. Estados Unidos firmará acuerdos de paz, por separado, con Alemania, Austria y Hungría. Pero el Senado no es el único que se opone al Tratado de Versalles; no hace más que expresar, por medio de una votación, los deseos de la mayoría de la opinión pública. Wilson, abandonado por los hombres de negocios y por esta misma opinión pública, es derrotado en las elecciones presidenciales. El sistema de seguridad colectiva que él mismo había elaborado muere, antes incluso de haber entrado en vigor. Con ello, triunfa el principio de no intervención de los Estados Unidos en Europa.
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