La justicia de Dios en ayuda de la de los hombres
Dios, garante de la justicia Se concebía a Dios como el origen de los mandatos y las prohibiciones que afectaban al orden social. Juez justiciero, escrutaba la conducta de los humanos y castigaba al transgresor. Tal tipo de concepción provenía, sin duda, de la reflexión del hombre sobre los males que le acosaban. Como no los comprendía, no podía justificarlos más que como un castigo que atribuía a la intervención de una potencia sobrenatural. Otro aspecto capital era el de la solidaridad del grupo: lo mismo que un apestado, el criminal causaba la desgracia de la sociedad a la que pertenecía. En efecto, no es casualidad que obras como La Ilíada y Edipo rey empiecen con la escena de la peste, consecuencia de un crimen que debe ser purificado.
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