Capítulo II. Colecciones en construcción
La cátedra de taxidermia del museo Entre toda la documentación consultada para la elaboración de este trabajo, la referencia más antigua que se ha encontrado relativa a la enseñanza de la taxidermia fuera del ámbito del Real Gabinete data de 1777. En un ejemplar de la Gazeta (sic) de Madrid se da noticia de que en el número siete de la calle Jacometrezo vive y trabaja Luis Enequin, «quien diseca y embalsama toda suerte de animales preservándolos de corrupción, y polilla, y dándoles bella postura natural» (Anónimo, 1777). También se nos dice que Enequin vende sus trabajos para gabinetes y que es escultor de miniaturas en marfil y piedra, además de discípulo de la Real Academia de San Fernando. A excepción de esta cita temprana, se constata que, hasta bien entrados los años treinta del siglo XIX, existe un gran vacío informativo en la materia. Sin embargo, a partir de esa década, y como consecuencia de la comercialización del jabón de arsénico, se genera un enorme interés por la taxidermia que no es sino buena prueba de la rentabilidad de un nuevo comercio, curioso, moderno y lucrativo, en el que ya se puede invertir.
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