Capítulo II: El Madrid modernista y social: aurora roja y la horda
Aurora Roja (1904): Novela de militantes anarquistas En el sentido estrictamente político, Blanco Aguinaga, Iris Zavala y Rodríguez Puértolas, basando sus argumentos principalmente en las Memorias del escritor vasco, insisten en la indefinición ideológica y en el desprecio que muestra Baroja hacia anarquistas y socialistas (Historia Social 216). Creo, sin embargo, que el Pío Baroja de sus primeras novelas sentía más simpatías por los anarquistas que por los socialistas. Confirma esta hipótesis Julio Caro Baroja al observar que Pío Baroja rechazaba de los socialistas su parte doctrinal. En cambio, para Pío Baroja, la sociedad madrileña, “desamparada, violenta, trágica o grotesca, según los casos, tenía que presentar como cara política una cara anarquista más que otra cosa” (Prólogo de La busca 7).[6] De cualquier manera, como ya expuse en la introducción de este libro, mi interés reside principalmente en la elaboración del discurso sobre Madrid y producido en Madrid. A mi entender, independientemente de los juicios de valor que Baroja hiciera posteriormente a la publicación de Aurora Roja, lo que le compete al crítico es observar la fusión literaria entre la actividad anarquista de los obreros y el rol del artista anarquista en la novela. En virtud de lo dicho, analizo el papel de la ciudad con respecto a las transformaciones que esta última experimenta a través de las actividades políticas de los personajes. Pienso, de esta manera, que la mencionada indefinición ideológica del escritor vasco, junto a la desatención al detalle, la falta de estructura de sus novelas, su espíritu independiente y rebelde y sus pretensiones filosóficas, hacen de Baroja un claro representante de la prosa modernista en su vertiente anárquico- literaria y un referente de la vanguardia posterior. En palabras del mismo escritor, en Aurora Roja—“indudablemente una de [sus] mejores novelas”— aspira a representar el “mito anarquista en su ramificación española (cit. por Julio Caro Raggio, Aurora 1). Y ese mito coincide, paradójicamente, con el mito marxista del Gran Día cuando las hordas de las chabolas invadan la ciudad burguesa y la quemen, tal como explícitamente lo sugiere el narrador de La horda.
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