Capítulo VI: Madrid bajo las bombas: contraataque, valor y miedo y Madrid: de corte a checa
“Madrid es nuestro": Triunfo y "No pasarán". Contraataque y valor y miedo Vence el Frente Popular en España y en el Madrid de ese momento, representado en Contraataque (1937) de Ramón J. Sender, había salud y alegría de vivir, comunión y crecimiento en las organizaciones obreras (incluso las anarquistas, aunque sólo en un primer momento) y grupos de artistas e intelectuales (Contraataque 30). Ya se ha mencionado el incremento participativo de los obreros en los movimientos sindicales de la UGT y CNT hacia 1932. Si para 1933 se había señalado un mayor crecimiento de obreros adherentes a la CNT en detrimento de la UGT, la bolchevización de las Juventudes Socialistas y las importantes huelgas de la construcción y de metalúrgicos organizadas por la CNT en abril de 1934, y en junio y julio de 1936, demuestran una vez más el poder organizativo y el potencial revolucionario de los partidos y organizaciones de izquierda en Madrid: “[E] l crecimiento pausado, sereno y firme de las organizaciones obreras y campesinas […] aumentó hasta poner a nuestros trabajadores entre los más capacitados y organizados de Europa” (Contraataque 28), dirá Sender. En uno de los pasajes más poéticos, nostálgicos y exaltados de la narración, los recuerdos de “las viejas luchas en la ciudad” resuenan en el personaje-autor como si fueran el triunfo de las gestas proletarias otrora narradas desde el punto de vista de los personajes intelectuales tanto en novelas modernistas como Aurora Roja, La horda e Iluminaciones en la sombra como en la republicana Siete domingos rojos: “Obreros industriales, proletarios, hombres unidos más por los cuadros sindicales que por los cuadros militares, pequeños comerciantes, empleados de industria y de banca, jóvenes —jóvenes siempre con un sobrante de vida por quemar— iban y venían con el fusil a la espalda” (bastardillas en el original, Contraataque 67). Por su parte, la fusión de las organizaciones obreras con “tendencias artísticas, culturales e intelectuales, encuadraban a una parte de la juventud española pequeñoburguesa” (29). Todos ellos “estaban de acuerdo en lo fundamental: mantener a toda costa las conquistas logradas por los trabajadores […] Aplastar el feudalismo y a la iglesia como órgano de la casta feudal [para llevar a cabo] la revolución democrática” (Contraataque 29-30). La revolución democrática que propone Sender radicaría en una revolución que cumple tareas democrático-burguesas bajo la dirección del proletariado y que tiene como fin último establecer el socialismo. [8]
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