Capítulo VIII: El fin del carrancismo
El triunfo obregonista Aunque toda la prensa española parecía estar convencida del triunfo de la rebelión sonorense, se mostraba mucho más escéptica en cuanto a la viabilidad de la administración que pudiera surgir de ella y, por lo tanto, del futuro del movimiento. Según se decía en sus páginas, entre los sublevados existían fuertes rivalidades que dificultaban sus posibilidades de mantenerse en el poder. Basándose en algunas informaciones que les llegaban de México, los diarios sevillanos indicaban que aunque «los altos cargos» del gobierno provisional habían «sido provistos entre las personas que más se han distinguido en los trabajos revolucionarios», no sólo existían descontentos por determinados nombramientos sino que se había acentuado «la rivalidad entre los generales Obregón y González, por aspirar ambos a la presidencia de la república». Por otra parte, añadían, algunos personajes, como «Pancho Villa», se habían sumado a la sublevación y a la declaración de Agua Prieta con el único «objeto de satisfacer sus aspiraciones». Ante ese panorama eran muchos los que creían «que esta revolución victoriosa hará nacer una nueva guerra civil más sangrienta que la que está terminando»[1].
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