La unión hace la fuerza
Tapar agujeros Figura 105. Esther boix, Dona que frega, 1965. Cataluña en los años sesenta era un espacio en el que habían tenido lugar importantes acciones de oposición al régimen, organizadas tanto en la Universidad como en los ámbitos obreros. El movimiento cultural generado en torno a todas estas manifestaciones favoreció el desarrollo de corrientes artísticas de idéntico signo. A finales de los años cuarenta, se habían formado grupos que buscaban cierta recuperación de la vanguardia como había sido Dau al Set (con Tharrats, Tàpies, Cuixart, Joan Ponç, el escritor Joan brossa y el teórico Arnau Puig), lo cual era buena muestra de la existencia de un ambiente mucho más abierto al exterior en comparación con el resto de España. Unos años más tarde, se sumó a la intención de renovación plástica a través del compromiso en las artes, lo cual encontró su apoyo en el Club 49 y Arnau Puig, contando en el terreno literario con el soporte de José María Castellet. Dicho ambiente no se limitó al campo de las artes plásticas, sino que estuvo acompañado de movimientos renovadores en la arquitectura, con iniciativas como las del Grupo R, o en el diseño, con el nacimiento de las escuelas FAD, Eina y Elisava, iniciativas en las que estuvieron implicados artistas de Estampa Popular Catalana como Albert Ràfols-Casamada. La relación de los creadores comprometidos con estas áreas era la consecuencia lógica de sus preocupaciones sociales, ya que se trataba de otra forma de tratar de poner el arte en contacto directo con la vida del pueblo. Por otra parte, en Barcelona las iniciativas de apoyo y promoción de las artes no dependían tan sólo de las propuestas oficiales. El entramado de galerías y de instituciones preocupadas por la cultura era mayor que en el resto de ciudades españolas ya que la ciudad contaba con una tradición más amplia que, además, era anterior a la guerra. En este sentido, fue muy importante el papel de apoyo a los jóvenes intelectuales que desempeñó el Instituto Francés, éste no sólo organizaba interesantes eventos y charlas, sino que también proporcionaba becas para artistas en París. Así pudieron viajar a la capital gala futuros miembros del grupo catalán de grabadores como Esther boix, María Girona, Ràfols-Casamada o Guinovart. Precisamente cuando disfrutaba de la beca del Instituto Francés en París conoció Esther boix a José García Ortega. Unos años más tarde, cuando ella exponía en la sala biosca de Madrid, el grabador fue a ver sus obras y le propuso crear el grupo de Estampa Popular en Cataluña.[1] Tal y como recuerda José Guinovart, Ortega había estado en Barcelona varios años antes, cuando se produjo la célebre huelga de tranvías de 1951.[2] Probablemente ya entonces había conocido a algunos de los intelectuales comprometidos de la ciudad[3] lo cual le habría facilitado la selección de los posibles miembros para el grupo. Así el grabador recomendó a Esther boix que, para crear el grupo de grabadores catalán, se pusiera en contacto con Ràfols-Casamada además de con Guinovart, con el que ella tenía una buena amistad. Se trataba de artistas por los que el PCE ya había mostrado interés con anterioridad.[4] En esa ocasión la iniciativa no salió adelante, ya que ambos pintores, junto con Jordi Curós, estaban interesados en un proyecto conjunto de trabajo en un sentido distinto al de los grupos de grabado. Figura 106. Josep Guinovart, sin título, 1965. Al cabo del tiempo Carlos Mensa se acercó a varios artistas catalanes con idéntica propuesta. A raíz de la exposición España Libre este artista buscó la manera de contactar con el grupo madrileño a través de Tomás Lloréns[5] para comenzar a trabajar en la misma línea en Cataluña. Como se explicaba en la primera carta de Carlos Mensa a Francisco Álvarez, el núcleo catalán apareció con una marcada intención de seguir los pasos del de la capital, así como de colaborar con él: «[S]upongo que ya sabrás por Lloréns, que estoy tratando de formar Estampa Popular de Barcelona. Creo que si no surgen muchas pegas a primeros de año, ya estaremos preparados para empezar la labor.
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