Amalia: 48

11/03/2011 3.241 Palabras

Amalia: Cómo Don cándido se decide a emigrar, y cuáles fueron las consecuencias de su primera tentativa Cuarta parte, Capítulo 7 de José Mármol Pero no bien nuestro secretario privado tuvo un pie en la vereda, y otro sobre el alto escalón de la portería del convento, cuando una mujer, con sus gruesos rizos negros en completo desorden, y cuyo gran pañuelo de merino blanco con guardas rojas arrastraba la punta de su ángulo cuatro o seis dedos más abajo de la halda del vestido, le tomó el brazo y exclamó: -¡Ah, qué felicidad! Son los dioses del Olimpo los que me han conducido por esta senda. ¡Oh! Ya no tenemos que temer del hado, pues que he hallado a usted. -Señora, usted se equivoca -dijo Don Cándido estupefacto-, yo no tengo el honor de conocer a usted, ni creo que usted me conoce a mí, a pesar del hado y de los dioses del Olimpo. -¡Que no os conozco! Vos sois Pílades. -Yo soy Don Cándido Rodríguez, señora. -No, vos sois Pílades; como Daniel,...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info