Cuarto Libro de La Galatea: 28

16/07/2013 3.809 Palabras

-Pocos días ha, señor Darinto, que yo y algunos de los que aquí estamos oímos nombrar el nombre de Nísida, como aquella dama agora ha hecho; pero de más lágrimas acompañado y con más sobresaltos referido. -Por ventura -respondió Darinto-, ¿hay alguna pastora en estas vuestras riberas que se llame Nísida? -No -respondió Elicio-; pero esta que yo digo en ellas nasció y en las apartadas del famoso Sebeto fue criada. -¿Qué es lo que dices, pastor? -replicó el otro caballero. -Lo que oyes -respondió Elicio-, y lo que más oirás si me aseguras una sospecha que tengo. -Dímela -dijo el caballero-, que podría ser se te satisficiese. A esto replicó Elicio: -¿A dicha, señor, tu proprio nombre es Timbrio? -No te puedo negar esa verdad -respondió el otro-, porque Timbrio me llamo, el cual nombre quisiera encubrir hasta otra sazón más oportuna; mas la voluntad que tengo de saber por qué sospechaste que así me llamaba me fuerza a que no te encubra nada de lo que de mí...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info