El audaz: 04

El audaz Capítulo IV de Benito Pérez Galdós Capítulo IV - La escena campestre I -Acepta el brazo del Sr. D. Narciso y no seas tan desabridota -decía por lo bajo a su hija la buena de doña Bernarda al entrar por la alameda central del paseo de la Florida. Obedeció la desventurada Engracia, más convencida por la elocuencia de un disimulado pellizco que su madre le dio en el brazo que por las palabras transcritas, fiel expresión de aquel espíritu intolerante y autoritario. La comitiva avanzaba, y todos estaban alegres, especialmente el citado D. Narciso, quien, como vulgarmente se dice, no cabía en su cuerpo de satisfacción. ¡Infeliz! Pocas veces contaba en el número de sus glorias la de llevar del brazo a la interesante y hermosa viuda. En el transcurso de su larga aspiración amorosa no había tenido ocasión de contemplar durante medio día, bajo los árboles y en delicioso y apartado sitio, la melancólica y dulce faz de la que él, fanático admirador de la...

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