El Príncipe y el mendigo : 23
El Príncipe y el mendigoCapítulo XXIIIEl príncipe prisionero de Mark Twain Hendon sonrió a su pesar, mientra se inclinaba y cuchicheaba al oído del rey: –Calma, calma; príncipe. Habla con cautela..., aunque mejor será que no hables. Confía en mí, que todo saldrá bien al final. –Y añadió para si: –¡Sir Miles! ¡Anda! ¡Si ya me había olvidado de que era un caballero! ¡Cuán maravilloso es comprobar cómo se aferra su memoria a sus peregrinas locuras—! . Mi título es fantástico y necio y, sin embargo, es una cosa que he merecido, porque a mi ver es más honor que le tengan a uno por digno de ser espectro de un caballero en este Reino de los Sueños y de las Sombras, que ser considerado lo bastante rastrero para ser conde en algunos de los reinos de veras de este mundo. La muchedumbre se apartó para dar paso a un alguacil, quien se aprestaba a poner manos en el hombro del rey, cuando le dijo Hendon: –Despacio, buen amigo. Retira la mano, porque él irá...
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