Huellas: 58
Huellas literariasLa llegada de Luis Bonafoux Si el notable periodista Escobar Laredo no me hubiera dicho en el Ateneo, días antes de salir yo de Madrid, «va usted, señor, a la capital del choteo», me lo habría figurado con sólo oír que al señor obispo le tocaban un danzón, que es cuanto cabe tocarle a un príncipe de la Iglesia católica, apostólica y romana. Sin embargo, le tocaron también música de Niña Pancha y... sabe Dios lo que le habrían tocado si el señor Santander y Frutos, hablando como un libro, no hubiera impuesto silencio, y hurtado además el cuerpo a los entusiasmos de una apoteosis marítima y bailable. El capitán del vapor Alfonso XIII. estaba en sus glorias y gritaba sin cesar, con voz de lobo marino: «¡Paso al señor obispo!»; y entretanto, unos señores monaguillos agitaban, a bordo de un remolcador, pañuelos y sotanas, y unos señores vecinos se cayeron del susto al agua. Yo supongo que el discreto prelado estará muy triste... Porque...
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