La joroba
La joroba de Fernán Caballero Había una vez un Rey que tenía una hija única que deseaba mucho casar para tener herederos de su reino; pero la niña, que había sido mimada, era voluntariosa, y no quería casarse; si su padre no lo hubiera querido, habría rabiado por casarse. Un día que salió a misa se encontró a un pordiosero, tan viejo, jorobado, feo y porfiado, que le empachó y no le quiso dar limosna. El pobre para vengarse, le tiró un piojo; la Princesa, que nunca había visto tan asquerosa sabandija, se lo llevó a palacio, lo metió en una redoma y lo crió con sopitas de leche, con lo que se puso tan gordo que no cabía en la redoma. Entonces la Princesa lo mandó matar, curtir su piel, y con esta que le hiciesen una pandereta y ponerla el aro de hinojo. Un día en que su padre la volvía a instar a que se casase, le respondió que se casaría con aquel que le acertase de qué era hecha su pandereta. -Bien, sea -dijo el padre-; pero a fe de Rey y de cristiano...
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