Las mil y una noches:158
Las mil y una noches - Tomo II Y cuando llegó la 127ª noche de Anónimo Y CUANDO LLEGO LA 127ª NOCHE Ella dijo: Así es que no dudé de mi muerte, sobre todo cuando vi lo que hacían las esclavas. Dos de ellas se sentaron sobre mi vientre, otras dos me sujetaron los pies, y otras dos se me sentaron en las rodillas. Enseguida se levantó la joven, y auxiliada por otras dos esclavas, empezó a darme palos en la planta de los pies, hasta que caí desmayado de dolor. Entonces cesarían de golpearme. Después volví de mi desmayo, y dije: "¡Prefiero la muerte mil veces a estos tormentos!" Y ella, dispuesta a complacerme, cogió otra vez el espantable machete, lo afiló en su babucha, y ordenó a las esclavas: "¡Tendedle la piel del cuello!" En este mismo instante, Alah me hizo recordar las últimas palabras de la pobre Aziza. Y exclamé: "¡Qué dulce es la muerte, y cuán preferible a la traición!" Al oír estas palabras, dió un gran grito de espanto, y clamó después:...
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