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Corregido para no fenecer de hambre, consumido ya cuanto en ellas se habia depositado; suceso que, como es lógico, se dejó sentir en todas las carteras de la plaza, que mermaron en más de tres cuartas partes del valor del papel que atesoraban. Del vacío resultante vino el desequilibrio natural, y por consiguiente el desencadenamiento de la tempestad, que á los primeros embates dio en tierra con la vacilante piedra, la cual se llevó consigo cuantos se hallaban en su inmediato contacto. ¡Alli fué el crugir de los dientes, y el temblar de la voz, y el maldecir de aquel engrudo que ningún apoyo prestaba á los removidos sillares que trataba de sostener; alli fué el buscar el barro que representaba y por el cual se habia trocado en mejores dias, y alli fué el negarse los que le tenian á dar una mala paletada de él por todo el inútil fascinador amasijo! Y siempre creciendo el vacio, y cada vez más furiosa la tormenta, y más desamparado el edificio, crugió todo él, y al...
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