Trucos sin Engaños

El Arte del calculista Hindú

Los trucos aritméticos son trucos sin engaño, honestos. Aquí no se pretende engañar, ni se trata de adormecer la atención del espectador. Para realizar un truco aritmético no son necesarios ni una milagrosa destreza de manos, ni una sorprendente agilidad De movimientos, ni cualesquiera otras capacidades artísticas que, algunas veces, requieren prácticas de varios años. Todo el secreto del truco aritmético consiste en el estudio minucioso y la utilización de las propiedades interesantes de los números, con un íntimo conocimiento de sus particularidades. Quien conoce la clave de un truco, se lo representa sencillo y claro, mientras que, para quien desconoce la aritmética, una operación ordinaria le parece, inclusive, una especie de truco. Antiguamente, cuando la capacidad de efectuar aun las operaciones aritméticas ordinarias con grandes números, conocidas ahora por todo escolar, constituía el arte de unos cuantos, para los demás se mostraba como una capacidad excepcional. En la antigua narración hindú "Nal y Damaianti" encontramos un eco de tal punto de vista sobre las operaciones aritméticas. Nal, que sabía manejar perfectamente caballos, acompañado en una ocasión del calculista virtuosa Ritupern pasó delante del frondoso árbol de Vibitaka. De repente el contador vio a los lejos el árbol Vibitaka de espeso follaje. "Escucha, dijo, en la tierra nadie tiene todos los conocimientos: en el arte de guiar caballos tú eres el primero, en cambio, yo lo soy en el arte de calcular..." Y en demostración de su arte el calculista instantáneamente determinó el número de hojas en el frondoso Vibitaka. Al pedirle Nal, sorprendido, que le confiriera el secreto de mi arte, Ritupern accedió. "...lo que había hecho Ritupern, tal y como le dijo a Nal, consistía en contar las hojas ramas, de Vibitaka, y multiplicar los números..." El secreto arte consistía, como puede suponerse, en que el cálculo directo de las hojas, que requiere cierto tiempo y paciencia, se substituía por el cálculo del número de hojas de una sola rama y, por la multiplicación de este número por el número de ramas de cada ramificación, y después por el número de ramificaciones del árbol (suponiendo que todas las ramificaciones se constituían idénticamente por ramas, y las ramas por hojas). La clave de la generalidad de los trucos aritméticos es tan sencilla como el secreto del "truco" de Ritupern. Basta sólo saber en qué consiste el secreto del truco, e inmediatamente se aprende el arte de realizarlo, a la manera que aprendió el legendario Nal por el sorprendente arte del cálculo rápido. En la base de todo truco aritmético se halla una determinada particularidad interesante de los números, por lo que el conocimiento de trucos semejantes resulta tanto instructivo, como recreativo.

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