Cronista
Introducción La creación del cargo de cronista mayor constituyó una de las más destacadas muestras del desarrollo alcanzado por las monarquías hispanas en el s. XV, como resultado del cual se planteó la necesidad de recopilar la información histórica del reino y de registrar los principales acontecimientos a él referidos, así como las más destacadas iniciativas de sus monarcas. Esta constancia escrita garantizaba tanto la legitimidad de la dinastía reinante como la justificación y propaganda de la política regia que, a partir de ese momento, desarrolló todo el potencial manipulador que le proporcionaba la imprenta. Si la historiografía oficial surgió como iniciativa de Alfonso X el Sabio(1252-1284), el cargo de cronista no fue reconocido oficialmente hasta el reinado de Juan II, con el nombramiento de Juan de Mena (1411-1456) y establecido de manera definitiva por su sucesor en el trono, Enrique IV. Con anterioridad, en el s. XIII, como sendos encargos de la reina Berenguela y su hijo Fernando III, habían redactado sus obras Lucas (Chronicon Mundi) y Rodrigo Ximénez de Rada (Rerum in Hispania gestarum Chronicon), obispo de Tuy (Pontevedra) y arzobispo de Toledo, respectivamente.
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