Introducción Las poblaciones que vagaban, nómadas, desde los tiempos más antiguos, pertenecen en su mayoría, a los grupos asiáticos turco-mongoles y a los tunguses de la Siberia Oriental y de Manchuria. Pero no todos los pueblos de la estepa son de origen asiático. También los indoeuropeos han hecho emigraciones hacia los grandes espacios: es seguro, por ejemplo, que los yueh-chih o tocarios del Turquestán pertenecen a la familia indoeuropea desde el amanecer de la historia. Pero son los asiáticos los que juegan después el papel dominante. Ya los hemos conocido, y ahora nos limitaremos a recordar cuáles fueron los principales grupos que, antes de Gengis Khan, sembraron el terror tanto en Europa como en Asia. Primeramente, los hsiungnu, o hunos, que amenazaban a la China del Norte a partir del siglo IX a. de C., y contra los cuales se levantó, poco a poco, la famosa Gran Muralla, en el momento en que su potencia iba siendo considerable (siglo III a. de C.). Estos lucharon contra los yueh-chih o tocarios, que fueron expulsados hacia el sur, a Bactriana, donde pusieron fin a los reinos indo-griegos. Mezclados a algunos escitas (Saka), los tocarios se opusieron a los partos y luego se arrojaron sobre la India, fundando la dinastía de los Kusana (siglo I a. de C.). Unicos señores de las estepas del norte, los hunos se enfrentaron con China durante siglos, en una sucesión de triunfos y de reveses. En el siglo IV d. de C., los hunos se apoderaron de la China septentrional, capitaneados por Liu-Yuan, el «Atila de China». Después, su dominación decae, sustituida por la incursión de otros bárbaros: tibetanos, turcos tabgach o t’opa, mongoles juan-juan. Tal vez fueron estos últimos los que provocaron la migración de una parte de los hunos hacia Europa, donde, en el siglo V, el nombre de Atila sembró el pánico por todo el Occidente.