Trayectoria histórica La formación histórica de los ordenamientos jurídicos pone de manifiesto que la función judicial fue la primera de las desempeñadas por el poder. Sin embargo, el devenir de los órganos encargados de realizar esta función, los tribunales, no ha sido uniforme, como se constata en la historia de España. Durante la dominación romana, la máxima autoridad judicial correspondía a los gobernadores, que a veces delegaban sus funciones en los legati iuridici. En la época visigoda, en un principio, se mantuvo la vieja tradición del Derecho germánico de ejercicio de la función judicial por las asambleas populares; sin embargo, con el establecimiento del reino de Toledo, la jurisdicción oficial pasó a ser desempeñada por las autoridades político-administrativas, siendo el monarca la autoridad judicial suprema. Se heredó la magistratura del gobernador como juez de la provincia, si bien posteriormente surgió la figura del dux como autoridad superior de la provincia. En los “territorios”, mientras tanto, la función judicial correspondía al conde que estaba al frente de ellos. Por último, existían los comes civitatis, que impartían la justicia en la ciudad.