El cristianismo
Introducción En este frontal, la Majestas Domini queda inscrita en una doble mandorla, característica en modelo de raíz carolingia. En los laterales se representaron los apóstoles, procedente de La Seu d’Urgell, Lleida. Jesús, cuya misión era dar a conocer la nueva religión, eligió entre algunos judíos a sus discípulos, a los que adoctrinó e instruyó escrupulosamente para que predicaran y expandieran la fe cristiana. Capitel del claustro de Santa Maria de l’Estany, Barcelona, del siglo XII, en el que se representa a unos obispos. Pedro fue elegido por Jesús primer obispo de Roma; por ello, en el cristianismo se considera a los obispos como los verdaderos sucesores de los apóstoles. San Nicolás de Bari en el Concilio de Nicea. En esta antigua ciudad de Turquía tuvo lugar en el año 325 el primer concilio ecuménico de la Iglesia católica, con la asistencia de 300 obispos; celebrado para combatir la herejía de Arrio, conocida como arrianismo, que no reconoce la consustancialidad del Padre y del Hijo y niega a éste su carácter divino y se estableció la celebración de la Pascua. Escenas de la vida de San Pedro (figura central): San Pedro y San Pablo ante Nerón (esquina sup. izquierda); San Pedro en prisión (inf. izq.); Simón el Mago, San Pedro y San Pablo (sup. der.); San Pedro y San Pablo y caída de Simón el Mago (inf. der.). Su vida y su obra se conoce gracias al libro de los Hechos de los Apóstoles y a sus epístolas. Su conversión al cristianismo tuvo lugar mientras se dirigía a Damasco para detener a varios cristianos y llevarlos presos a Jerusalén, tras lo cual dedicó su vida al apostolado. Pentecostés, por El Greco, siglo XVII. Según la tradición cristiana, en el siglo I, cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, el Espíritu Santo descendió ante los apóstoles, quienes a partir de entonces predicaron por el mundo las enseñanzas de Jesucristo. La multitud, sabiendo que Jesús se acercaba a Jerusalén, le acoge festivamente, extendiendo sus capas por el camino. En Jerusalén, lugar donde se formó el primer núcleo del cristianismo, los apóstoles asumieron como su principal misión predicar y hacer proselitismo de la nueva fe cristiana. El Juicio Final. Detalle del panel central del políptico abierto con las figuras de Jesucristo en Majestad y San Miguel Arcángel, quien pesa en una balanza las figuras de la virtud y el pecado en Hôtel-Dieu, Francia. Capitel del claustro de San Juan de la Peña, Huesca, que representa la escena bíblica de la mujer adúltera. La Ley judía y la cristiana coincidían en penalizar de igual manera los pecados graves, entre ellos el adulterio. Por ello, según se narra en los Evangelios, los escribas y fariseos intentaron tender una trampa a Jesús y llevaron ante él a una mujer adúltera, con el fin de que la juzgara y la castigara, pero Jesús respondió su célebre frase “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Pantocrátor, figura central del mosaico de Santa Sofía de Constantinopla. La cuestión cristológica se planteó abiertamente cuando Nestorio de Constantinopla negó en sus prédicas el carácter divino de la maternidad de María. El nestorianismo fue rechazado por el concilio de Éfeso, que formuló como profesión de fe la doctrina de la unión de las dos naturalezas en Cristo, la humana y la divina, y se concedió a María el título de Madre de Dios. San Esteban conducido al martirio por Juan de Juanes. Esteban, uno de los siete diáconos de la primera comunidad cristiana de Jerusalén, fue acusado de blasfemia y se le condenó a morir lapidado. Su muerte marcó el comienzo de la primera persecución de los cristianos en la que participó Saulo, que tras su conversión tomaría el nombre de Pablo, el apóstol de los gentiles. Escultura en madera del monje cristiano San Bruno de Gregorio Fernandez. Los orígenes de la vida monástica se remontan a finales del siglo III y principios del siglo IV, cuando ciertos cristianos de Oriente, entre ellos San Antonio, sintieron la llamada de Dios y decidieron vivir en soledad dedicados a la oración y la penitencia. En el mismo lugar, Pacomio inició el monacato cenobítico o de vida en común y estableció la primera regla monástica. Sepulcro de los mártires Vicente, Sabina y Cristeta, en la basílica de San Vicente de Ávila. En los primeros tiempos de la expansión del cristianismo, muchos de sus defensores fueron perseguidos, encarcelados y torturados hasta la muerte. Elevados a la categoría de santos, fueron objeto de culto y su vida y martirios dieron origen a una vasta literatura religiosa. Pantocrátor y el tetramorfo. Detalle de las pinturas al temple de la bóveda del Panteón de los Reyes, en la iglesia románica de San Isidoro de León, del siglo XII. En el centro, Cristo, inscrito en la mandorla, bendice y muestra el libro de la Ley; le rodea el tetramorfo, los cuatro evangelistas representados con cuerpo humano y cabeza de animal simbólico. Nave central de la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, una de las más antiguas. Después del edicto de Milán, que significó el reconocimiento oficial del cristianismo, fue imperiosa la necesidad de erigir grandes construcciones dedicadas al culto, por lo que a partir del siglo IV se edificaron las primeras iglesias de planta basilical. Consagración de un obispo, en una valenciana. Los grados de participación sacerdotal –el episcopado y el presbiterado– y el grado de servicio –el diaconado– son conferidos por el sacramento del orden, y de todos estos ministerios ocupan el primer lugar los obispos, transmisores de la semilla apostólica. San Pablo, óleo sobre lienzo de El Greco. Pablo defendió la unidad de la Iglesia, a la que consideraba el cuerpo místico de Cristo en el que estaban integrados todos los creyentes: “Porque el pan es uno, somos un solo cuerpo, aun siendo muchos, pues todos participamos de ese único pan”. Óleo sobre lienzo de San Benito por El Greco. En Occidente instauraron el monaquismo Benito de Nursia, que estableció en las cercanías de Montecassino una comunidad organizada según el esquema de Pacomio, y Juan Casiano, que fundó dos monasterios en la Provenza francesa. Tríptico de la Redención. Representación del sacramento de la confirmación. La confirmación es uno de los siete sacramentos de la Iglesia católica gracias al cual el cristiano bautizado se corrobora en su fe. El cristianismo, una de las religiones que más influencia ha tenido en la civilización occidental, se funda en la figura de Jesús de Nazaret, un judío en quien los cristianos reconocen al Mesías. Durante los primeros siglos de su existencia (siglos I-IV), el cristianismo se difundió rápidamente por todos los territorios del Imperio romano, aunque propiamente la primera evangelización tuvo lugar en el mundo judío. De hecho, la primera comunidad cristiana que se formó tras la muerte de Jesús surgió en Jerusalén, la ciudad donde fue condenado y crucificado, y desde donde se apareció a los apóstoles.
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