Funciones principales de los astrocitos Soporte estructural y metabólico. Los astrocitos proporcionan soporte físico a las neuronas, ayudando a mantener su posición y la organización del sistema nervioso central. Además, regulan el entorno químico y aportan nutrientes y oxígeno a las neuronas, actuando como intermediarios entre estas y los vasos sanguíneos. Formación y mantenimiento de la barrera hematoencefálica. Sus prolongaciones rodean los capilares cerebrales y contribuyen a la formación de la barrera hematoencefálica, que filtra el paso de sustancias desde la sangre hacia el tejido nervioso y protege al cerebro de toxinas y agentes patógenos. Regulación del equilibrio iónico y del pH. Los astrocitos mantienen la homeostasis cerebral, regulando la concentración de iones como el potasio y el pH en el entorno extracelular, lo que es fundamental para la correcta transmisión de los impulsos nerviosos. Eliminación de desechos y reparación. Recogen productos de desecho y restos celulares, transportándolos a la sangre para su eliminación. Tras una lesión, los astrocitos participan en la reparación del tejido nervioso y pueden formar una “cicatriz glial” para aislar la zona dañada. Modulación de la comunicación neuronal. Lejos de ser células pasivas, los astrocitos modulan y regulan la actividad sináptica. Son capaces de captar neurotransmisores liberados por las neuronas y, a su vez, liberar moléculas señalizadoras llamadas “gliotransmisores”, como el glutamato y el adenosintrifosfato (ATP), influyendo así en la transmisión de la información y en la plasticidad cerebral. Participación en la memoria y la plasticidad cerebral. Estudios recientes han demostrado que los astrocitos forman redes funcionales que colaboran con las neuronas en la regulación de circuitos asociados a la memoria, el aprendizaje y la integración de información emocional y motivacional.