Orden de la Camáldula
Fundación San Romualdo, padre e inspirador de los primitivos camaldulenses, no pretendió fundar una nueva Orden cuando en 1012 instituyó el Sagrado Yermo de Camaldoli, en la diócesis de Arezzo (Italia). Monje benedictino y abad de San Apolinar in Classe, no quería sino reformar los monasterios, proporcionando a los monjes que lo desearan un especial medio de santificación: la vida en soledad, en silencio, la austeridad y la contemplación, templada con algunos elementos de la vida cenobítica. El anacoreta debía encerrarse en una casita con su oratorio para celebrar, su alcoba, su taller para estudiar o trabajar y su huerto cercado que había de servirle de cementerio. Siete veces al día, el anacoreta tenía que acudir a la iglesia para salmodiar con los demás solitarios el Oficio divino, celebrar o participar en el sacrificio de la Misa, a menos que hubiera prometido reclusión temporal o perpetua en los límites de su celda y de su huerto.
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