I. PUERTO RICO Conocido también con los nombres de quinibán, baquiní y florón, término originario de los juegos cantados que se realizaban en esta ceremonia, constituye una modalidad de cante y baile funerario que se celebraba con ocasión de la muerte de un niño de poca edad. Tiene precedentes en las “jotas de angelito” de Valencia, en los “rosarios del angelito” presentes en algunos países sudamericanos y en la tradición funeraria de diversos pueblos africanos. Las primeras noticias de su celebración proceden del s. XVIII, cuando el español fray Íñigo Abbad y Lasierra documentó la práctica de velar a los niños muertos con esta celebración: “El nacimiento o muerte de algún niño también se celebra con bailes, que duran hasta que ya no se puede sufrir el fetor del difunto, sin embargo que los preparan para que duren muchos días; estas fiestas corren por cuenta de los padrinos”. Durante el s. XIX fueron prohibidos los baquinés por considerarse fuera de las buenas costumbres religiosas de los españoles, quedando reducidos a las poblaciones de negros esclavos (Bando de policía y buen gobierno de 1862, artículo 113).