I. BIOGRAFÍA Formado en Lisboa, era cantor de la Capilla Real de José I cuando se inscribió como miembro de la Irmandade de Santa Cecilia (18-XII-1761). Posteriormente fue nombrado músico de cámara de Gaspar de Bragança, arzobispo de Braga (1758-89). Don Gaspar, que fue el último prelado señor de Braga, era uno de los tres “Meninos de Palhavà”, hijos bastardos de João V. Fue educado en el monasterio de Santa Cruz de Coimbra, desde donde regresó a Lisboa en 1755 al ser reconocido por José I como su hermano. Fascinado por el ambiente fastuoso de la corte, al llegar a Braga impulsó grandes reformas arquitectónicas en el palacio arzobispal e intentó una renovación urbanística de la propia ciudad. En su programa de creación de una pequeña corte bracarense se incluyó desde ca. 1764 tanto la creación de una capilla musical privada como la romanización de la liturgia de la catedral, provocando la desaparición del rito bracarense. Para ello procedió a la renovación radical de la enseñanza del canto llano y a la publicación de los libros litúrgicos precisos. Almeida, desde su puesto de músico de cámara, fue privilegiado testigo de las tensiones provocadas por la oposición del clero diocesano y tuvo oportunidad de reflexionar sobre las opciones de funcionamiento de las escuelas de cantorcicos. Se desconocen aún los detalles de la labor compositiva de Almeida en sus años bracarenses, salvo las obras destinadas a la colegiata de Guimarães, el segundo centro religioso de la diócesis, caracterizado por un importante conservadurismo.