Pedro Felipe Aranaz y Vides

10/12/2014 15.817 Palabras

I. COMPOSITOR DE TONADILLAS Después de su estancia en Zaragoza, Aranaz marchó a Madrid, donde compuso música teatral, dedicándose fundamentalmente a la tonadilla escénica. Algunos investigadores fechan su estancia en torno a 1765. Sin embargo, López-Calo dio noticia de un acuerdo capitular de la catedral de Zamora (28-V-1768) en el que se habla de Aranaz como músico de la catedral de Zaragoza. Este dato, de ser cierto, pondría en cuestión la información que siempre se ha dado sobre su estancia en Madrid en los años previos a su traslado a Cuenca. A lo largo de su vida musical, y especialmente en el campo de la tonadilla, se le conoció con el seudónimo de Tudela, tomado del nombre de su pueblo natal. En cuanto a su segundo apellido, se da la circunstancia de que en la partida de defunción de su madre ésta aparece apellidada como Heredia. Sin embargo, en un documento que se conserva en la Biblioteca Municipal de Madrid, el propio Aranaz firma como Vides, que es el apellido con que se le conoce. Aranaz no se libró de los ataques que Pablo Esteve y Grimau dirigió, en un primer momento de su carrera como compositor de tonadillas, a éstas y a sus compositores, y que se resumen en la célebre frase: “De poetas, saineteros y músicos de tonadilla, libéranos Domine”. Aranaz contribuyó, junto con Misón, al impulso de la tonadilla, centrado fundamentalmente en darle independencia, en conseguir que fuese acompañada de orquesta y no de guitarra, y en potenciar el gusto por una manifestación lírica donde la música fuese lo principal por encima de la letra. Subirá encuadra a Aranaz en la segunda época de la evolución de la tonadilla (“Crecimiento y juventud, 1757-1770”), época en la que la misma empieza a tener vida propia inspirándose en los hechos populares y cotidianos, que satiriza y ensalza. En su misma línea sitúa a los Palomino, Rosales, Valledor y principalmente a Luis Misón. Aranaz compuso seguidillas y tiranas para La Lorenzana, La Navarrita, Polonia Rochel, Tadeo Palomino, María Ladvenant y otros comediantes cantores de los coliseos de la Cruz y el Príncipe. De ellas se conservan diecisiete (siendo la más conocida La maja limonera), así como la música de la comedia Ipsípile, conservada en la Biblioteca Municipal de Madrid.

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