Ciudad prehispánica de Teotihuacan
Nace una ciudad-estado La hipótesis más probable sobre la formación de la ciudad es la progresiva fusión de las pequeñas aldeas que, a partir del año 200 a. de C, se establecieron en la meseta central de México. Ya en aquella primera fase se erigieron las principales edificaciones que todavía se conservan, así como el eje central norte-sur. En una segunda fase, comprendida entre comienzos de nuestra era y el año 350 se construyeron las grandes pirámides y el templo de Quetzalcóatl, que consolidaron el lugar como centro de culto. Ya en la tercera etapa (350-650) se levantaron en torno al eje central ceremonial los edificios de arquitectura civil (palacios, viviendas) que conformaron su imagen urbana. Teotihuacán alcanzó importancia económica gracias a la elaboración de la obsidiana, piedra volcánica de tonalidad gris verdosa, muy codiciada como materia prima para la fabricación de herramientas. En este estadio, la metrópoli ya había alcanzado la misma extensión que la Roma coetánea, y su población, calculada en 150.000 habitantes, correspondía a la de Atenas en su período de mayor esplendor. La mayor urbe del continente americano había llegado a su cenit, y ejerció su influencia sobre todas las civilizaciones posteriores, estableciendo ya las bases de la hegemonía político-económica de la meseta central mejicana.
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